La Balanza de la vida

Sólo hay dos formas de vivir la vida, una es fingir que nada es un milagro, la otra es fingir que todo es un milagro (Eisntein).

Época navideña, cierre de ciclos, finalizan etapas y llegan los balances… llegan los análisis, replanteos, etc.

Ahora bien, es fundamental que a la hora de hacer los mismos tengamos una actitud valorativa, es decir, valoremos las cosas buenas que nos pasaron, lo bueno que conseguimos, lo que sostuvimos. ¿Pero, porqué remarcamos esto? Porque estamos acostumbrados, o mejor dicho tenemos el mal hábito de sólo mirar o detenernos en lo malo que nos pasó, en lo que no conseguimos, en lo que no se dió y nos perdemos la oportunidad de agradecer y valorar lo bueno.

Es cierto que al largo del año nos enfrentamos a desafíos (recuerden que no hablamos de problemas, sino de desafíos) a veces grandes desafíos, pero lo importante es preguntarnos para qué sucede esto? Qué es lo qué tengo que aprender de esto? Y no tener la actitud reactiva del “ porqué”.

Por otro lado, en esta época se trazan objetivos para el año que comienza y es bueno hacerlo planteando un equilibrio entre nuestro aspecto laboral y personal. Porque si a través de nuestras creencias decidimos potenciar nuestra relación personal por encima de la laboral, dejando aspectos de nuestro trabajo sin resolver, llegará el momento en que la balanza se desequilibrará generando dificultades en esta área, que en un plazo más prolongado repercutiría también en lo personal perjudicándolo.

Lo mismo sucede si sólo fortificamos nuestro desempeño laboral, dejando de lado el aspecto personal.

Lo justo y lógico es mantener en equilibrios ambas partes y sólo oscilar un mínimo hacia cada lado en momentos especiales, sólo así obtendremos el éxito y la satisfacción personal.